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lunes, 11 de julio de 2011

Rebelión en la cocina

Despierto. Saco de no sé dónde una cafetera. La lleno de agua. Café. La enrosco. ¿De dónde saqué la cafetera? Abro el microondas. Intento meter la cafetera en él. Pero algo no cuadra. La cafetera no cabe. La miro hostil. ¿De dónde has salido, cafetera? Desde su curva me mira mi propia cara deformada. ¿De dónde has salido, Ina?. En un acto de paciencia matutina la desmonto, para ver si la he armado como siempre. Café, agua, enroscado. No es demasiado difícil. Pero no cabe. ¡No cabe! Inclino la cabeza como si con ello ayudara al pensamiento. No entiendo nada. Dejo la cafetera sobre uno de los fogones de la cocina. Y me dirijo al baño.
Entonces, antes de salir por la puerta de la cocina, una luz ilumina mi mente. Me vuelvo. Veo mi rebelde cafetera reposando plácidamente en el fogón, como si estuviera donde debería estar. Como si hubiera consumado su propósito de poner fin al autoritarismo de mi sueño.
Empiezo a reírme. Rio a carcajadas. Me tiro literalmente en el banco de la cocina a reírme.
Cuando se me pasa la risa enciendo el fuego. Cierro el microondas. Sigue impávido, no tiene tanta personalidad como la cafetera.
Me encamino de nuevo al baño y escucho a Bob Dylan protestando desde mi cuarto porque ya debería estar hecho el café.
Salgo de la ducha justo en el punto más álgido de la batalla de la voz de mi cafetera con la de Bob Dylan. La retiro del fuego. Vierto un dedo de leche en la taza para batirla y conseguir un poco de mi ya ritual espumita. Luego mezclo leche y café a partes iguales. Aspiro el aroma. No hay nada como comenzar la mañana riendo a carcajadas.
Me siento ante el ordenador a escribir, con mi tan sufrida taza de café.

- Lo siento Bob, hoy había rebelión en la cocina.

Pongo un “posit” amarillo al lado del que dice “Por muy tarde que llegues, no metas los apuntes en el congelador”. Este lo escribo en mayúscula: “RECUERDA SUBIRLE EL SUELDO A LA CAFETERA”.

[A veces la vida supera a la imaginación]

4 comentarios:

  1. Qué bueno, muy graciosa esta anécdota, la has narrado muy bien. Intuyo un desperezamiento matutino, ¿intuyo bien? El paso progresivo del sueño al despertar, ¿no? Veo muy bien descrita esa situación :) Como siempre tu especial visión llena de imaginación (qué buenas las notas de tu frigo) y un toque de magia. Menos mal que la cafetera te recuerda que no debes meterla en el micro jiji.

    En la segunda lectura, lo he visto todo más definido. En la primera lectura (que siempre es más voluble y menos clara -como ese estado de desperezo- pero también más mágica), te confieso que por un momento pensé que ibas a meter la cafetera en el microondas y luego el microondas en el horno, y luego el horno dentro de la radio y la radio en la bañera y la bañera en Bob Dylan y... Bob Dylan en tu oído... si es que cabía con el peso...

    Pensé que los tiros irían por algo absurdo/surrealista. (INSERTO AQUÍ REFLEXIÓN, PERDONA SI ES MUY TOCHA) Cuando leo por primera vez, no puedo evitar mirar al horizonte del texto y mi mente va montando la expectativa del relato: de lo que va a pasar. Supongo que todo el mundo lo hace. A mí esa expectativa me condiciona en cierto modo a la hora de leerlo y me da una idea un tanto difusa mezcla de lo que el autor escribe y de mi maraña mental. También es verdad que pongo menos atención en el sentido del texto en esa primera lectura, medio por pereza medio por embrollo mental. Mi mente es muy racional y se confunde entre la magia literaria, así que en cierto sentido me asusta y quiere atrapar un sentido, una "explicación". Aunque supongo que esa nebulosa tiene su gracia. En la segunda lectura ya lo veo más claro. No sé si me entiendes... de hecho no sé si me entiendo yo... Quizá alguna vez escriba sobre esto para ver si me aclaro...

    Pienso por escrito. En todo caso, te digo que me ha gustado mucho tu anécdota en la primera y en la segunda lectura.

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  2. Digamos que la anécdota prácticamente me la regalaron entre la cafetera y Bob Dylan, yo hice bien poco. Aunque comprendo que en una primera lectura no resultara todo obvio: cuando escribo me dejo llevar por sensaciones, ideas, intuiciones: las escribo y punto. No me esfuerzo porque resulten comprensibles. Eso me hace que sea mala preescritora, pero que disfrute al máximo en mis relatos y esté ahí entera yo: percepción y palabra.

    Me alegro mucho que lo disfrutaras.
    Un abrazo, detective

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Es que uno no se despierta del todo hasta que desayuna... :)

    Yo la mayoría de las veces también escribo y punto, y creo que soy mal escritor, eso me acompleja un poco, pero en verdad ¿pa qué?
    Las cosas mejor hacerlas mientras uno las disfruta, si no, es tontería
    Un abrazo

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