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viernes, 25 de mayo de 2012

Todo empezó, como empiezan la mayor parte de las cosas que merecen la pena: como un juego. Estaban los cinco tirados en una habitación hablando, sólo eso. O quizás decir sólo eso sería pecar de simplicidad: hablaban y a veces, callaban.
Callaban en silencios que merecen la pena ser contados.

El hecho es que bien podría parecer que perdían el tiempo. Nada más lejos de la realidad: se recreaban.
Estaban sentando las bases de una revolución.
Una revolución en sus vidas, que no es poco.
Preparaban un espectáculo callejero.

Hablaban y a veces, callaban.
Callaban en silencios que merecen la pena ser contados.

domingo, 20 de mayo de 2012

Me dices que no existe. Que no está en el diccionario. Y sin embargo es. No hay duda de que así sea. La reconoce mi lengua que tiembla ante su presencia, que se estremece con su tacto ya sea de lija o de algodón.
Dan fe mis poros, mis pelos enervados por una piel que se encoge y retrocede.

Le tengo miedo o la amo o la sueño o la percibo o la ignoro o la sufro.

Es la no-palabra. Que no el silencio. Que no lo omitido. Es esa palabra que suena con la potencia de la tormenta sin que la boca exhale el más mínimo sonido. Es lo que nos contamos cuando cruzamos las miradas y soñamos un beso. O ejecutamos un beso.

Es la no-palabra. La que se despeña de tus labios y vaticina una sonrisa. O un chiste. O la metralla de un adiós.
Es esa capaz de enaltecerme o de humillarme. Esa que me susurra un nombre al oído cada vez que escucho las palabras “chocolate”, “peluca”, “azul”, “papilla”, “puta” o “amarillo”.

Es la no- palabra entre las palabras, la que siempre dice la mayor verdad. La que golpea con mayor ahínco mis sentidos. La que a veces sobresale entre el ruido. La que destaca entre los pliegues de la nada. La que tiende puentes. La que abre abismos. La que sobra en los discursos de los políticos y la que nunca supieron atrapar los poetas.

Y su percepción…( ¿don o castigo?), …nos persigue a las afueras de los léxicos y los idiomas. Nace en el origen de lo humano. Juega con nuestros destinos y nuestros azares.

Y dices que no existe. Y sin embargo yo la temo.
Y la amo.
Y la sueño.
Y la sufro.
No puedo ignorarla, porque la percibo:
tengo los ojos y los oídos hechos a ella, a la no-palabra.