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domingo, 9 de mayo de 2010

Del cocodrilo que se comió el tiempo (o cómo explicarle a Peter Pan para qué sirve un reloj)

Al fin comencé a leer una de las historias que más me han motivado en mi vida. Al fin, gracias a un regalo de mi librero favorito (Chencho in cuore), y, sí, en formato digital (lo reconozco para que el papi no me dé caña) he empezado a leer la maravillosa historia de mi Peter Pan.

Llevo un sólo parráfo y ya estoy embelesada con las palabras. Pero sólo cuento esto para poneros en situación: en realidad yo lo que que quería contaros es una historia sobre un cocodrilo que se tragó un reloj...

Con una pesadez de estómago mayor de lo acostumbrada, se tumbó nuestro amigo reptil en la fina arena de la playa. No era para menos: se había comido el tiempo.

Obviamente no todo el tiempo. Sólo se había tragado un reloj. Pero aún así, tal cantidad de minutos, segundos, horas y días indigestaría a cualquiera.

Se había comido una parte del tiempo y ahora no sabía qué hacer con él: los animales no son como los humanos, prefieren vivir el tiempo que devorarlo y claro, no estaba acostumbrado.

Los ratos que pasaba tirado al sol o nadando, eran sumamente pesados: si los estaba disfrutando le agobiaba ver cómo se sucedían los tic-tacs que acercaban la hora de descansar. Si estaba cansado o aburrido el engranaje parecía haberse detenido y no pasaban las horas.
Además, ¡qué mala suerte la suya! sus presas se alertaban de su llegada. Todo por ese absurdo y estúpido reloj.

Un día, tan enfadado estaba que decidió vengarse de la mente perversa capaz de crear semejante aparatejo. Investigó por todo el río y un pajarito (de esos que se enteran y lo cuentan todo) le dijo que era el hombre quien lo había inventado. Él se sorprendió: sabía que el hombre era un animal un poco bestia pero pensaba que sus inventos siempre le facilitaban la vida. ¿Y para qué lo quieren? Preguntó temeroso de resultar muy estúpido al no encontar la utilidad que le darían los humanos. El pajarillo se encogió de alas y se echó a volar: yo sólo se que se comportan como si fueran sus esclavos.

Esa palabra le daba vueltas y más vueltas:esclavo. Él también se sentía esclavo en parte de esa pesadilla de sonido: tic tac tic tac tic tac...nunca acababa.
No lo podía creer: aquel suplicio tenía que tener una ventaja muy grande para que alguien lo llevara a todas partes, por eso dedició ir a buscar a un hombre para que le contara para qué servía el reloj.

Se enteró de que un poco más arriba vivían unos piratas y decidió hablar con su jefe (que por descontado sería el más preparado e inteligente de la manada).
Pero para su decepción el tal Garfio salió corriendo en cuanto se le acercó diciendo que iba a preguntarle una cosa.
Se ve que tenía miedo a que le preguntara algo complicado, pues no parecía muy inteligente.

Volvió a su orilla. Torturado por ese monótono tic tac tic tac tic tac...

Mientras Garfio lloraba acobardado en su camarote. Aquél no era su día. Había vuelto a encontrarse con los Niños Perdidos. Frente a los demás fingía que los odiaba y que quería matarlos. Por las noches...al apagar los candiles...se metía llorando en la cama recordando al niño que nunca le dejaron ser. Y además, por si fuera poco hoy había visto como le perseguía el tiempo.

Obviamente no todo el tiempo. Solamente un reloj.

Y esto lo sé porque me lo contó Peter, un día que entró por mi ventana abierta. Quería que le ayudara a buscar y coser su sombra. Le dije que estaba de suerte, que últimamente de coser y de sombras estaba puesta un rato.
Cuando estaba terminando, y me preguntaba a mí misma si sería digna de volar e ir a Nunca Jamás, Peter me preguntó:
- Por cierto, ¿para qué sirve un reloj?
Suspiré y me encogí de hombros mientras sonreía (no sé bien si me reía de mí misma o conmigo)
- Supongo...que para no llegar tarde.

Él no entendió mi repuesta. Una parte de mí tampoco, la que se resistía a crecer, la que me quedaba de Niña Perdida. Le miré a los ojos y pasó el tiempo.
Obviamente no todo el tiempo. Solamente aquél maldito tiempo que contaba un reloj.

Tic tac tic tac tic tac...


{Con esto declaro mi batalla abierta a los jodidos relojes sobretodo a aquél que tocó la alarma cuando no debía, al que restó media hora a mi tren que se iba (conmigo dentro) y, por supuesto, al que me dejó de cafeína hasta las cejas con mil cafelitos en el alma}

13 comentarios:

  1. Ismael Serrano ha utilizado muy bien la frase "Haces callar al reloj del vientre del cocodrilo. El simbolismo es la esencia de la comprensión.
    Ahora como seres humanos necesitamos "la hora" pero como seres, necesitamos del "tiempo".
    Gracias por compartir el resumen en este blog.

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  2. Es hermoso y ciertamente Ismael siempre encuentra como maravillarnos con sus letras

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  3. siempre escucho esa canciòn de Ismael Serrano y no sabìa a que se referia con lo del vientre del cocodrilo, gracias

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  4. Gracias. Quedaba pendiente (entre muchos pendientes), entender a qué se refería Ismael Serrano, como también expresara la persona que posteó más arriba. Un bello resumen, al tiempo que oportuno (aunque "oportuno", sea al fin, una cuestión de "tiempo").

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  5. Muchas gracias por la explicación del vientre del cocodrilo a la que se refiere Serrano en su canción

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  6. Gracias por la explicación linda poesía¡¡

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  7. Genial. Lo lei mientras tengo en mis oidos la poesia compuesta por Ismael, tiene mucho mas sentido asi. Increible.

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  8. Gracias por compartir este fragmento... ahora entiendo a que se refiere Ismael Serrano... al tiempo.

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  9. gracias por la explicacion y por un gran desarrolo de una porcion de la obra

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  10. Gracias por brindarnos esa maravillosa interpretación. Bss

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  11. hermoso post, me encanto. Todo es mas claro cuando te o explican con tanta simpleza y dedicacion . gracias

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