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jueves, 19 de mayo de 2011

Se habla de democracia

Se habla de cambio. Se lleva hablando de cambio mucho tiempo. Pero sin embargo ahora se habla más que nunca: miles de personas están tomando las calles pidiendo una democracia real. Están reclamando su derecho de decidir. No sólo políticamente, sino el derecho de decidir en este sistema que nos utiliza y no nos da la oportunidad de realizarnos.

Este sistema, que nos ha convertido a todos en números, en excusa para llenar bolsillos y escaños, nos ha hecho mucho mal: a nivel económico sí, pero también a nivel social. Y con social ahora no me refiero a los recortes “sociales” que los gobiernos nos están imponiendo, ni hablo del desempleo, sino me limito un plano más básico aún.

Este sistema no nos deja ni tiempo ni oportunidad de ser una “sociedad”. Los mercados han sabido , con ayuda de la política y de los medios, sembrar entre nosotros semillas de egoísmo y competitividad, de disgregación, que han germinado fuertemente. Me explico: nos hemos convertido en gente a las que le parece lógico discutir por motivos políticos e ideales, que cree que lo normal es entrar en el mundo laboral a base de competencia.

En la escuela, en la televisión, en todas partes... el liderazgo es una de las cualidades más valoradas: liderazgo, eficacia, eficiencia... ¡Cuántas veces habré escuchado esas palabras en la universidad! Y sin embargo casi nunca palabras como comprensión, integridad, tolerancia (cualidades que quedan en un segundo orden, cualidades de estar por casa).

¿Cómo puede uno entrar a formar parte de los trabajadores del Estado? Presentándose a una OPOSICIÓN... La palabra misma los deja al descubierto: no teneís que ser buenos en vuestro trabajo, basta con que queraís ser “mejores” que los demás. Oponeos. Separaos.

Por si fuera poco y las emociones en las relaciones humanas pudieran aún así encontrar un resquicio por donde salir adelante, nos han recortado nuestro tiempo con horarios desquiciados, con estrés y con prisas, para que si después de todo nos quedaban ganas de reunirnos, relacionarnos, de SER una sociedad, se nos fuera pasando poco a poco.

Pero se les escapó algo: nos impusieron una sociedad basada en el dinero y nos convirtieron en peones de esa sociedad. Nos lo creímos, acatamos. De repetente no hay ni dinero ni trabajo, ese mundo construido de humo que nos vendieron ha dejado de existir. Uno empieza a plantearse si ese “otro” que nos dijeron que competía con nosotros, no es en realidad el enemigo.

La gente empieza a reunirse, los políticos (temerosos) empiezan a dictar leyes “de convivencia” que impidan la reunión. La gente empieza a impacientarse. La policía mejora sus métodos represivos.
Pero se ha abierto una brecha. Ya no hay esa fe ciega en el sistema.

Hoy, la calle está llena de personas que estan pidiendo una democracia real. Lo veo y me maravillo. Y lo que más me gusta no es que se pidan ciertas reformas políticas (que llevo año apoyando y escuchando como me llaman idealista, utópica...) sino porque ha habido un cambio en las relaciones humanas. Gente que antes estaba enfrentada por su ideario político, pide junta un cambio profundo, se emociona, se siente parte de lo mismo.
No opino que no deba haber diferencias de opinión, sino que el debate de éstas nos conduzcan a mejorar: nunca a generar odios y desunión entre nosotros. Quizás ahora la democracia sea más real, porque estamos más cerca que nunca de ser un pueblo o una sociedad y no un grupo grande de seres individuales que vive ajeno al resto.

Siempre he pensado que las soluciones llegarían el día en que empezáramos a ver reflejadas nuestra emociones en los otros, cuando fuésemos capaces de superar lo que nos separa para centrarnos en lo que nos une.

Me gustaría pensar que ese momento está llegando sin que nos demos cuenta, en forma de concentraciones y manifestaciones pacíficas. Me encantaría pensar que esto supera el plano de lo político y aunque ese sentimiento de unión quede como telón de fondo de todo esto, sepamos darle el lugar que se merece.

Sólo sientiendo CON los otros podremos ser una sociedad auténtica. Sólo sintiendo los problemas de los otros podremos luchar por la justicia.

El cambio verdadero llegará cuando se manifiesten las emociones y todas ellas sean manifestaciones pacíficas.


Se habla de democracia...

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