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miércoles, 26 de junio de 2013

Yo juego a la poesía

Estoy jugando a la poesía como quien juega al pillar.
Una sale corriendo. La otra va detrás.
Y cuando nos alcanzamos sucede que invertimos los papeles.
Y a veces ella me persigue.
Y me atrapa... vaya si me atrapa...
Y otras veces la persigo yo
y tengo que correr y correr para alcanzarla.
Y llego exhausta, sudorosa y con el corazón latiendo
como si fuera a explotarme.
Como si él quisiera seguir corriendo por inercia.
Con la sensación triunfante de que sigo viva.
Con la sensación viva del triunfo.

Estoy jugando a la poesía como se juega al escondite.
Busco una palabra que se esconde por las sombras
tras los rincones y bajo las escaleras.
Pero sobretodo busco las palabras más evasivas,
las mejores jugadoras
aquellas que se esconden bajo las pieles, tras los labios...
en los pliegues más recónditos de la vida
donde olvidamos nombrar a las cosas.
Donde existen palabras aún no nacidas..
emociones aún no nombradas...
palabras sólo reconocibles por el tacto.

Juego a la poesía como juego a la gallinita ciega.
Con los ojos vendados, tanteando.
Intuyendo dónde está por sus movimientos
por las ligerísimas corrientes de aire
que levanta a su paso.
Sintiendo su presencia con un sentido
que aún no está descrito
al que sólo puedo llamar intuición.

Estoy jugando a la poesía como juegan los niños
felices y desenfadados
riéndome
olvidándome que hay mundo más allá del juego.
Haciéndolo sencillo,
pero sin poder explicarlo
porque cuando los adultos me preguntan
la emoción me aturulla y no sé cómo describirlo.

Estoy jugando a la poesía como juego a la vida
a tientas
a porrazos
con ilusión
con pasión
y risa.

Sobretodo risa.

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