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viernes, 4 de junio de 2010

Fiat lux

Dicen miles de mitos sobre la creación del mundo que de barro fuimos hechos...

Estaba el alfarero haciendo hombres y mujeres de barro. Cantando...mezclaba sones nuevos en un mundo imperfecto e inacabado... Como imperfecto e inacabado era su conocimiento del barro, que acababa de empezar a usar. No sé si lo habreis intentado alguna vez pero los primeros intentos...son siempre desastrosos (muchos sabeís mi increíble experiencia de infancia y las clases de modelaje). El hecho es que andaba un poco desanimado porque las personas le salían con poca pinta de persona, de hecho no les salían con pinta de nada... Al final pensó que no le vendría mal un torno... y puso el planeta a girar. Ahí nacieron la noche y el día. No lo había planeado y le sorprendieron. Pero era bueno. Y se sintió orgulloso.

Era un desordenado, como buen artista bohemio que se precie. Así que amontonaba los esbozos imperfectos unos sobre otros...y de ellos surgían a veces montañas (si el barro estaba duro) o desiertos...La tierra entera, en resumen... así que acabó desperdigando esa esencia de barro por cada esquina, por cada valle, por cada estrella...Eran trocitos de hombres...nuestra misma esencia...y eran buenos.

Sus dudas se multiplicaban, y el estrés crecía, ¿sería verdad que no servía para crear seres con vida? Había días en que pensaba en tirar la toalla...otros cantaba y trabajaba mañana y noche, sin descanso... su sudor y sus lágrimas impregnaban el barro, formó ríos y mares. Y de sus suspiros y resoplidos se crearon los vientos... Pura suerte, pero era bueno y bello.

Un buen día...no recordaba él bien cuándo... tenía unos seres algo feos pero no estaban del todo mal. Empezó a imaginarlos haciendo maravillas, poblando sus casualidades, viviendo en paz, compartiendo con él tardes de juegos de mesa y almuerzos de domingo. Porque se sentía solo...muy solo...por eso los creó, a su imagen y semejanza los creó. Imperfectos y desordenados los creó.

Los tenía sobre su mesa de trabajo dispuestos en fila, uno detrás de otro. Cada uno diferente como todo trabajo artesanal. Y él seguía soñando con a dónde llegarían, qué buenas creaciones serían, y miles de cosas más. Así, distraído...soñando...los metió en el horno y sonrió...al fin algo que valía la pena...

Se fue a dar un paseo y a tocar la guitarra que hacía varios días que ni siquiera la sacaba a que le diera el aire. Tan satisfecho y feliz como estaba se le pasaron las horas sin que se diera cuenta. Cuando llegó, el barro se había hecho pedazos...

Nadie puede entender cómo se sintió en ese momento...cuando todo su trabajo se fue a pique. Los miraba si poder creérselo...chamuscados y rotos.
Mucho tiempo estuvo tirado en su hamaca, mirando al cielo...haciendose preguntas...martirizándose.
Lo volvió a intentar... conciéndolos durante menos tiempo...pero explotaban...explotaban. Y si sólo los secaba al sol no resistían a la lluvia. Tenian que cocerse pero no sabía cómo.
Con cada intento fallido...su corazón se iba haciendo pedazos...y él cada vez se sentía más pequeño. No sólo se rompían los no-humanos sino que era él mismo el que se rompía en mil y se desperdigaba entre los fragmentos de barro.

Un día, cansado de los humanos, estaba haciendo un botijo, así tal cuál, ya que tenía bastante práctica y le salían muy bien. Y como cada día hacía preguntas y las lanzaba al aire. No sabía por qué los botijos no estallaban si sólo eran un trozo de barro hueco... y esa palabra...hueco...resonó entre las montañas y los valles. Rebotó en el fondo del botijo y le golpeó en la cara. Algo así como zas en toda la boca. Y lo vió claro... se le había olvidado ahuecar a las figuras...

Así con barro reutilizado para no gastar demasiado, volvió a hacer las figuras en las que ya era un experto, las abrió por la mitad y las dejó vacías por dentro. Luego unió los pedazos y las coció. Esta vez no explotaron... quedaron unas figuras más sólidas aunque frágiles a los golpes. El barro del que estaban hechos estaba impregnado en ansiedades, en preguntas, en trozos de su propia alma... es decir, que estaban vivos... Había conseguido hombres con vida. Pensó que era bueno y se fue a descansar.

Y aquí estamos, nosotros, llenos de preguntas y ansiedades. Hechos de la misma esencia de la tierra, incendiados por un fuego que nos solidifica y mantiene nuestra forma. Frágiles, huecos. Buscándonos las maneras de llenar nuestros vacíos. Los unos con los otros. Sociales. Diferentes y complementarios. Nosotros, los imperfectos, los desordenados. Un dios en cada hombre. Alfareros que crean, que rompen, que queman, que explotan, que aprenden, que cantan, que lloran, que crean, que rompen y que se rompen...que dan la vida y que la quitan. Nosotros, los imperfectos, los desordenados. Hijos del barro, del fuego, de los suspiros. Causa y efecto del "hágase la luz".

La creación según una noche de primavera.

Porque si somos barro. Porque si nos sentimos Tierra...Deberíamos mancharnos las manos y reparar las rendijas que nuestra imperfecta y desordenada raza ha infligido en nuestra frágil estructura...

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