Páginas


domingo, 9 de mayo de 2010

Sobre los sueños (24 julio 07)

Hoy ha sido un día peculiar. De nuevo volvió a llamar a mi puerta la necesidad de escribir: esa cantidad de ideas, de palabras agolpándose por salir, ese sentimiento extraño y feroz de que algo que llevo dentro cobra vida y sin embargo yo no puedo darle forma. Ese pálpito que no se tranquiliza hasta que sale al exterior de mejor o peor manera en forma de palabra escrita. Hoy he vuelto a sentir como ese sueño se apodera de mí y de mi ánimo. Y sin embargo como cada vez me veo más incapaz, como me voy dando cuenta que el camino con el que soñé desde niña quizás no esté a mi alcance.
Tenemos la suerte de haber nacido en un mundo libre, donde a pesar de algunas dificultades podemos decidir, donde nuestro destino nos pertenece. Miles de puertas se nos abren y se nos da a elegir una multitud de senderos y no sé cómo pero acabamos yendo todos en pelotón por sólo unos cuantos y casi siempre aquellos que no nos hacen felices.
Yo sé que es la felicidad: la felicidad es una niña pequeña a la que le gusta esconderse tras los sitios más insospechados: allí donde sólo la mente de un niño buscaría. No se la puede buscar de frente porque nunca se le ve: sin embargo siempre está ahí donde puedas verla sólo por el rabillo del ojo. Ella sí cree en los sueños, mientras a nosotros caminantes despistados, niños en el fondo pero atrapados en la mente de un adulto se nos obliga a dejarlos de lado. En eso consiste la madurez: en darte cuenta de que hagas lo que hagas nada cambiará, en que estamos en un mundo al que le mueve el egoísmo, la pereza, la tristeza… Acabamos encogiéndonos de hombros ante un mundo que no nos gusta, en un trabajo que no nos realiza, rodeado de gente a la que le mueve el interés. No hay sitio para el amor ni para los juegos. Y entonces, la felicidad que siempre es niña, se aburre y se va.
En nuestro mundo, si crees en algo con todas tus fuerzas cuando eres un niño es que eres inocente, si lo haces un poco más tarde es que aún eres joven; si lo haces con veintipico, treinta, cuarenta, cincuenta eres un loco; si lo haces más tarde eres un héroe. Podemos elegir seguir el camino marcado o internarnos en lo desconocido con la probabilidad de perdernos o (quién sabe) de encontrar la felicidad escondida tras la maleza. Pero hay demasiado en juego: dejar atrás la seguridad del camino es una locura, una opción impensable. Yo soy feliz pero veo como cada vez se alejan más mis sueños, como cada vez me es más difícil mirar al mundo con los ojos de niña, como mi destino utópico se tambalea ante la realidad del mundo y ante mi propia cobardía. Nos hacemos mayores mientras querríamos como Peter Pan permanecer siempre niños. Pero hoy he decidido quizás como la joven que aún soy o como la loca que comienza a ser, que aunque sea por ahora no me voy a dar por vencida: lucharé por cumplir mis sueños o lo que es más, mi destino, mientras me queden fuerzas o inocencia. Quizás aún soy joven pero creo que se puede cambiar el mundo, nuestro pequeño mundo al menos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario