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domingo, 9 de mayo de 2010

De nuevo, la palabra

Por no agolpar palabras en laboca ni llenarme el paladar de despedidas absurdas o de excusas poco trabajadas. Por no explotar de tantas percepciones ciegas, sordas, mudas y anodinas. Por no agriar mis dulces mieles (si alguna vez fueron dulces) ni testar en mi piel la terapéutica medida del olvido.

Por eso y no más escupo estas palabras vacías y pomposas. Para demostrar que mi lengua aún no ha muerto ni para la palabra ni para el beso. Por que a escribir se aprende escribiendo y a amar...no se aprende... Y porque al menos lo primero no deja muchas cicatrices (o eso al menos parece).

Porque sin nada que perder y sin nada que ganar, gano perdiendo kilos vacíos de sentimientos expansivos que no me dejaban lugar para el alma (dondequiera que ella esté).

Por excéntrica, porque sí y porque no. Por usar un cuaderno nunca empezado. Y evadirme. Y desentrañar nudos. Y encender hogeras. Y cicatrizar heridas. Y liberar sueños.

Para eso nació mi escritura, para romper mi antigua jaula de versos y enterrar a mi vieja y difunta poesía entre sonetos sugeridos arrítmicos y asonantes.
Porque quiero dejar atrás los pseudónimos y los nombres para firmar como simplemente yo.

Por no explotar de percepciones ciegas, sordas, mudas y anodinas.

[Relato inicial de mi cuaderno de escritura tras mucho tiempo en el que se me apagó la palabra]

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